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Informe SUSREG Tracker 2024

El nuevo informe de WWF Sustainable Financial Regulations and Central Bank Activities (SUSREG) Tracker 2024 concluye que la supervisión bancaria y de seguros en cuestiones relacionadas con el clima ha progresado de forma constante en los últimos cuatro años. Sin embargo, los esfuerzos para incluir los riesgos relacionados con la naturaleza siguen siendo insuficientes y su integración en la política monetaria y las actividades de los bancos centrales es claramente insuficiente.

La Iniciativa de Reverdecimiento de la Regulación Financiera (GFRi) de WWF publica hoy su evaluación SUSREG 2024, en la que insta al sector regulador financiero a tomar medidas colectivas urgentes ante la creciente pérdida de naturaleza que puede desencadenar «puntos de inflexión» irreversibles. El Informe Planeta Vivo 2024 del WWF indica un declive catastrófico del 73 % en el tamaño medio de las poblaciones de vertebrados -mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces- objeto de estudio  en tan solo 50 años (1970-2020).

A medida que la Tierra se acerca a peligrosos puntos de inflexión que suponen graves amenazas para la humanidad, será necesario un enorme esfuerzo colectivo en los próximos cinco años para hacer frente a la doble crisis climática y de naturaleza , siendo clave para ello, la rápida transición del sector financiero.


Como nota positiva, la evaluación de este año constata que las autoridades de supervisión bancaria y de seguros están avanzando para hacer frente a los riesgos financieros que plantea la crisis climática; de hecho, las medidas de supervisión aumentaron un 18 % y un 17 %, respectivamente, en 2021 y 2024. Sin embargo, es importante señalar que la supervisión del sector asegurador va sistemáticamente retrasada con respecto a la supervisión bancaria. En particular, la Unión Europea, Singapur, Malasia, Hong Kong, el Reino Unido y Brasil están imponiendo estrictas normativas y medidas de supervisión de los riesgos relacionados con el clima para el sector financiero. Un número cada vez mayor de supervisores y reguladores también exigen ahora a las instituciones financieras que divulguen sus objetivos climáticos y planes de transición, en consonancia con el Acuerdo de París. Supervisores financieros, como el Banco Central Europeo, también establecen plazos estrictos, exigiendo a las instituciones financieras que se alineen plenamente con sus expectativas de supervisión sobre los riesgos relacionados con el clima y medioambientales para finales de 2024.  

Sin embargo, en la mayoría de las jurisdicciones, los bancos centrales y la política monetaria aún no incorporan los riesgos climáticos, y mucho menos los ambientales. Unos pocos bancos centrales, como el Banco de Inglaterra, el Banco de Francia, la Autoridad Monetaria de Singapur y el Banco de Eslovenia, han empezado a retirar progresivamente los activos perjudiciales de sus inversiones en empresas cuyas actividades económicas contribuyen significativamente a la crisis climática, incluidas las asociadas al carbón y a los combustibles fósiles.

Es necesario actuar con mayor rapidez, teniendo en cuenta que los compromisos  nacionales actuales sobre el clima no son lo suficientemente firmes y podrían provocar un aumento de la temperatura mundial de 3 °C para finales de siglo. Además, la pérdida acelerada de biodiversidad podría desencadenar diversos «puntos de inflexión» peligrosos, provocando cambios bruscos e irreversibles en nuestro planeta, según el último Informe Planeta Vivo 2024 de WWF.  

Riesgos relacionados con la naturaleza

En lo que respecta a los riesgos financieros relacionados con la naturaleza, la evaluación de este año concluye que 7 de los 10 países con mayor biodiversidad están rezagados en la supervisión bancaria de estos riesgos, y los 10 se están quedando cortos en la integración de estos riesgos en la supervisión del sector asegurador. Se trata de una tendencia preocupante, teniendo en cuenta que muchas de las actividades económicas que siguen provocando la pérdida de la naturaleza en esos países están financiadas y suscritas por los sectores bancario y asegurador. Las inversiones perjudiciales para el medio ambiente, como los pagos directos, los incentivos fiscales y las subvenciones que agravan la crisis climática, la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas, se estiman en casi 7 billones de dólares al año. En cambio, los flujos financieros positivos para soluciones basadas en la naturaleza ascienden tan solo a 200 000 millones de dólares, una cifra significativamente menor.

Maud Abdelli, responsable de la Iniciativa de Reverdecimiento de la Regulación Financiera (GFRi) de WWF, apunta: “Los riesgos relacionados con el clima y el medio ambiente no son simplemente nuevas categorías de riesgo; son factores fundamentales que impregnan las categorías de riesgo prudencial existentes en el sector financiero. La actuación de los bancos centrales, los reguladores financieros y los supervisores es demasiado lenta y no llega a lo que se necesita para alcanzar los objetivos mundiales sobre el clima y la biodiversidad y evitar «puntos de inflexión peligrosos» que causarán efectos devastadores en nuestro planeta y nuestra economía”.

Siti Kholifatul Rizkiah, responsable de SUSREG en WWF, señala: “Los próximos cinco años son cruciales para encaminar al mundo hacia una trayectoria sostenible. El coste de la inacción es demasiado alto y las consecuencias son impensables. Los bancos centrales y los reguladores financieros deben empezar a abordar los riesgos relacionados con la naturaleza en el sistema financiero mediante una supervisión más estricta y medidas de ejecución. Sólo así podremos garantizar que el sistema financiero se convierta en una fuerza poderosa para proteger y restaurar nuestro entorno natural del que dependemos”.

Recomendaciones de WWF

En su nuevo Informe SUSREG Tracker 2024, WWF recomienda que los marcos reguladores adopten un enfoque de precaución  e incorporen el riesgo relacionado con la naturaleza en todas las medidas de supervisión prudencial. Éstas deben centrarse en la gestión y el control de riesgos, en requisitos de capital adicionales para tener en cuenta estos riesgos y en modelos de pruebas de resistencia que incluyan los riesgos naturales y garantizar su resiliencia ante escenarios adversos. 

Además, es importante mejorar la información cualitativa y cuantitativa para que el sector financiero rinda cuentas. Para ello, WWF recomienda mejorar la normativa sobre divulgación financiera para incluir los riesgos relacionados con la crisis de la naturaleza y adoptar marcos de mejores prácticas como los desarrollados por el Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con la Naturaleza (TNFD, por sus siglas en inglés).

Por último, una parte crucial del mandato de los bancos centrales y los supervisores financieros es establecer objetivos climáticos y ambientales con una hoja de ruta o un plan de acción concretos y medibles que detallen cómo se alcanzarán estos objetivos. Dicha hoja de ruta debe dar prioridad a los hitos clave de reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero con respecto a los niveles de 2019 y  para revertir la pérdida de la naturaleza para 2030, así como limitar el calentamiento global a 1,5 ºC y lograr la plena recuperación de la biodiversidad en 2050. 

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