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WWF da a conocer las claves que pueden salvar a las dehesas y a los olivares de la extinción

Este informe denuncia la alarmante situación que están sufriendo dos emblemáticos sistemas de alto valor natural de nuestro país: la dehesa y el olivar de montaña. ​Si no se actúa de forma inminente, se perderán 4 millones de hectáreas, el equivalente a la superficie de Extremadura.

Esto afectaría gravemente a la economía de muchas zonas rurales, que ofrecen productos tan característicos como el jamón ibérico y el corcho y a unos ecosistemas de gran valor natural que albergan especies tan emblemáticas como el águila imperial, el buitre negro o el lince ibérico.

Para mostrar que esta situación se puede revertir, WWF ha puesto en marcha varias acciones piloto en colaboración con los sectores afectados y en el marco del proyecto ‘Sistemas de Alto Valor Natural: una oportunidad para el desarrollo sostenible del medio rural’.

Es posible y es urgente un cambio en la gestión de las dehesas y los olivares de montaña. Para lograrlo, las administraciones públicas deben crear un marco normativo e institucional adecuado, que reconozca los servicios ambientales de ambos sistemas de alto valor natural.

Con el proyecto ‘Sistemas de Alto Valor Natural: una oportunidad para el desarrollo sostenible del medio rural’, financiado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (FEADER), WWF muestra que la dehesa bien gestionada podría ser un ejemplo modélico de alianza entre ganaderia, bosques y medio ambiente. Este sistema genera empleo en el medio rural, ofrece productos de calidad y respetuosos con el medio ambiente y brinda multitud de servicios ambientales, como la prevención de incendios o la regulación del clima en la tierra. Además, representa un reservorio de elementos que forman parte de la cultura, gastronomía y tradición rural. Sin embargo, a pesar de todos estos beneficios sociales y ambientales, si no se promueve urgentemente un cambio en su gestión actual, las dehesas, tal y como las conocemos hoy en día, desaparecerán. Hay que recordar que las dehesas son uno de los ecosistemas más emblemáticos y extensos de la península ibérica, que ofrecen productos de calidad tan característicos, como el corcho o el jamón ibérico de bellota, y que son hábitat de especies en peligro, como el águila imperial o el lince.

WWF alerta de que las dehesas se están muriendo lentamente, ya que se está produciendo una desaparición gradual e inexorable de las encinas y alcornoques, sin que haya reposición de estos árboles que mueren por distintas causas, WWF ha publicado el documento ‘Dehesas para el futuro: recomendaciones de WWF para una gestión integral’. En este informe, la organización describe el problema y, sobre todo, ofrece una serie de recomendaciones concretas de gestión integral de las explotaciones, para ordenar los usos y aprovechamientos y hacerlos compatibles con la renovación del arbolado y la conservación de la biodiversidad. También ha impulsado, en el marco del proyecto, acciones de mejora sobre el terreno en dos dehesas piloto en la comarca de los Pedroches (Córdoba), a través de sendas experiencias que incluyen la siembra de bellotas, la plantación de distintas especies árboles o el apoyo a la nidificación de especies de interés.

Asimismo, la organización subraya que la ganadería extensiva representa un papel protagonista en la formación, aprovechamiento y mantenimiento de la dehesa, y que también puede desaparecer, por lo que trabaja de la mano del sector ganadero, para compatibilizar la conservación y el aprovechamiento de los pastos arbolados, al tiempo que se garantiza el mantenimiento de estos sistemas únicos. 
 

El olivar de montaña, el otro gran amenazado

No todos los olivares andaluces ofrecen los mismos beneficios sociales ni para el medio ambiente. En este sentido, WWF quiere llamar la atención sobre el futuro incierto del olivar de montaña, que representa el 24% de la superficie total del cultivo. Este tipo de olivar, con las prácticas adecuadas, contribuye al mantenimiento de la biodiversidad, evita la fragmentación del territorio, ofrece un paisaje de calidad la vez que se protege al suelo de la erosión.

No hay que olvidar que el olivar, en general, ocupa en Andalucía una superficie de 1,5 millones de hectáreas y representa el 17% de la superficie total de la región. Además, desde el punto de vista social, el olivar genera el 30% del empleo agrario de la región, de vital importancia en la fijación de la población local.

WWF España lleva años pidiendo a las administraciones un justo reparto de las ayudas públicas que fomenten la competitividad de estas explotaciones, a la vez que se preservan sus valores naturales, y que estén basadas en el principio de ‘dinero público para bienes públicos’.

Además, como consumidores tenemos un gran potencial para conservar los sistemas de alto valor natural, priorizando en nuestra lista de la compra productos que procedan de estos sistemas.

En el marco del proyecto, WWF ha trabajado de la mano de una de las principales cooperativas olivareras andaluzas, que también apuestan por la producción ecológica, OLIPE, para el desarrollo de buenas prácticas asociadas al cultivo (como las experiencias piloto de Fertilización Orgánica con Compost de Alpeorujo, procedente de la planta de compostaje de la propia cooperativa o el Picado e Incorporación al suelo de los Restos de Poda del Olivar) y a su difusión al sector a través de las Jornadas sobre Buenas Prácticas Agrarias en Olivar. El objetivo era profundizar en este tipo de prácticas y extenderlas en la zona para que este tipo de explotaciones sean aún más sostenibles y rentables.
 

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Dehesas para el futuro

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