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NOTICIAS
Ganadería extensiva y trashumancia contra las llamas
Los montes españoles han sido tradicionalmente montes ganaderos, que han favorecido la trashumancia, constituyendo una eficaz herramienta de prevención de incendios forestales. Sin embargo, la trascendencia ecológica y la importancia social y cultural de esta actividad no está lo suficientemente valorada en las políticas agrarias, forestales y de desarrollo rural.
La Asociación Concejo de la Mesta promueve desde 1992 la recuperación de la trashumancia con grandes rebaños para la gestión tradicional de las dehesas en invierno y de los pastos de montaña en el verano para conservar la biodiversidad de fauna y flora, manteniendo la conectividad de los principales ecosistemas en toda España. Por su parte, la Fundación Entretantos apoya a la ganadería extensiva desde distintos enfoques, entre los que cabe destacar el impulso y la dinamización de la Plataforma para la Ganadería Extensiva y el Pastoralismo.
¿Por qué la ganadería extensiva supone una oportunidad para la prevención de incendios?
La presencia de ganado en el monte constituye una forma eficaz y sostenible de prevenir los incendios forestales porque controla el crecimiento de la vegetación herbácea y arbustiva durante los meses de alto riesgo (junio a octubre) y porque compartimenta el paisaje y genera discontinuidades en el combustible, lo que contribuye a dificultar la propagación de las llamas en caso de incendio.
Además, la presencia de ganaderos en el monte permite conservar infraestructuras vitales para la prevención y extinción de incendios como caminos, puntos de agua o casetas. También facilitan labores vigilancia del monte y sirve de elemento disuasorio para posibles incendiarios.
La ganadería extensiva contribuye a mantener vivas y habitadas las comarcas rurales, constituyendo un motor para la economía local, dependiente de cuidar y conservar sus recursos naturales, lo que inevitablemente hace disminuir el número de incendios.
¿Qué otros beneficios ambientales ofrece? ¿Cuál es su importancia social?
El ganado está presente en nuestros montes desde hace miles de años y ha dado forma a unos paisajes y unos hábitats que dependen de él para mantener su estructura y su diversidad biológica. El aporte de fertilidad del ganado supone más de tres toneladas diarias de abono por cada rebaño de 1.000 ovejas: al ascender por las laderas hacia las cumbres, el ganado está contrarrestando así la erosión causada por la lluvia y el viento.
© Trashumancia y Naturaleza
Además, el aporte de semillas, unos cinco millones diarios junto con el estiércol, garantizan la resiembra y la recuperación de las especies más sensibles, manteniendo la biodiversidad originada por el pastoreo durante miles de años.
Para mantener el equilibrio de los ecosistemas es necesario mantener un adecuado manejo entre los animales que pastan y los recursos forrajeros de cada zona, algo que el hombre ha ido perfeccionando a lo largo de los años y que supone un conocimiento imprescindible para la gestión de muchos territorios que es necesario conservar.
Además, durante miles de años se ha especializado a unas determinadas razas ganaderas que son tremendamente eficientes en el aprovechamiento de la vegetación allí donde se crían y que ahora, en su mayoría, forman parte de los listados de especies en peligro de extinción.
A nivel social, la ganadería extensiva constituye un importante motor de desarrollo rural por su capacidad para generar empleo directo cualificado, así como otros indirectos relacionados con la transformación y distribución de los productos. Todo ello evita el abandono de los pueblos, ya que fija población permanente y de forma estable, no sujeta a la inestabilidad y deslocalización de otros yacimientos de empleo. Por otro lado, tesela el paisaje y lo hace más diverso y atractivo para el recreo y el turismo. La ganadería extensiva es especialmente importante en aquellos pueblos donde el único potencial económico viene de la mano de aprovechar los recursos naturales.
¿Qué potencial económico supone (o puede suponer) para las comarcas rurales?
Hay que tener en cuenta que cada rebaño de 1.000 ovejas o cada pastoría de 300 cabras genera dos empleos permanentes directos, y más de cinco complementarios. Para recuperar los 3 millones de ovejas y cabras en extensivo que se han perdido en España durante la última década habría que generar de manera inmediata 6.000 empleos directos en zonas de gran interés ambiental y fuertemente amenazadas por el abandono rural. Puestos de trabajo que contribuirían a generar productos de calidad, como la carne, los lácteos o la lana, motores económicos para las zonas rurales.
Además, el uso de ganado extensivo para el control del combustible forestal supondría una importante reducción de los gastos invertidos en la lucha contra incendios. Esto permitiría ahorrar en desbroces y tratamientos selvícolas para la prevención de incendios, pero también en los dispositivos de extinción, al generar paisajes heterogéneos más resistentes a la propagación de las llamas.
¿Con qué limitaciones se enfrenta actualmente para su desarrollo?
El abandono o la intensificación de la actividad ganadera, la falta de apoyo institucional, así como el mercado y sus leyes competitivas, han roto el tradicional equilibrio de gestión ganado-vegetación en muchas comarcas, propiciando el uso del fuego para la regeneración de pastos de forma indebida. Tampoco están ayudando las políticas autonómicas independientes, sin una clara dirección ni objetivos comunes. Otra limitación importante es la falta de reconocimiento social y político de la labor que desarrolla la ganadería extensiva para toda la sociedad, en forma de mantenimiento de servicios ambientales básicos.
© Trashumancia y Naturaleza
Pero, quizá, el mayor problema al que se enfrenta la ganadería extensiva es que no se está diferenciando de la intensiva en políticas como la sanitaria, la de registros y movimientos del ganado, la de asociacionismo o comercialización, la de gestión de residuos animales o la de convivencia con fauna silvestre.
Todo ello conlleva tremendos problemas burocráticos y de gestión, que muchas veces bloquean la explotación y la hacen insostenible económicamente, dificultando la incorporación de jóvenes a la actividad ganadera, al exigir cumplir requisitos innecesarios y costosos que no son requeridos en otros países europeos.
¿Cuál es su escenario futuro con las políticas actuales?
La ganadería extensiva vive en la actualidad momentos difíciles, con la entrada en vigor de la nueva Política Agraria Comunitaria (PAC) y del coeficiente de admisibilidad de pastos (CAP), que está dejando fuera de las ayudas directas del primer pilar a miles de hectáreas de superficie forestal que venían siendo utilizadas por el ganado, pero que se consideran no aptas a recibir ayudas por la presencia de árboles y matorral. Las consecuencias que ello pueda acarrear van desde el abandono del pastoreo en zonas arboladas, algo que afectará muy negativamente a la prevención de incendios, o la eliminación de las especies leñosas de estas superficies, con los consiguientes problemas de pérdida de biodiversidad y riesgo de erosión.
La oportunidad que brindaba la redacción de los nuevos Programas de Desarrollo Rural no ha sido lo suficientemente aprovechada para propiciar ayudas directas a este sector, ni para establecer una medida nacional de coordinación de todas las políticas relacionadas con este tema. Habrá que esperar de qué manera cada comunidad autónoma facilita el apoyo a la ganadería extensiva en sus programas.
¿Cómo podría fomentarse su desarrollo? ¿Alguna petición concreta prioritaria?
La ganadería extensiva constituye un sector estratégico de este país que no nos podemos permitir que siga mermando.
El Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente debería definir, de forma participada con el sector y agentes implicados, un programa integral de apoyo a la ganadería extensiva que sirva de punto de coordinación para el resto de políticas de desarrollo. Un programa que integre una política para la prevención de incendios, la conservación del patrimonio natural, la producción de alimentos y materias de calidad y la generación de puestos de trabajo en el medio rural. Este apoyo supondría la manera más eficiente de invertir el dinero público en bienes públicos para el conjunto de la sociedad y estaría en línea con la aplicación de directivas europeas y convenios internacionales en beneficio de la población rural, la sostenibilidad y el medio ambiente de nuestro país.
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