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En un llamamiento conjunto, organizaciones como WWF, la Iniciativa Financiera del Programa de la ONU para el Medio Ambiente o la Oficina Europea de Medio Ambiente destacan la importancia de tratar el cambio climático y la pérdida de naturaleza como una crisis financiera gemela.
Este documento, suscrito por organizaciones como la Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la Oficina Europea de Medio Ambiente, Finanzas para la Naturaleza (antes Finanzas para la Biodiversidad), el NRDC y la New Economics Foundation, establece medidas para que los bancos centrales y los supervisores financieros limiten los impactos ambientales y climáticos, se protejan contra los riesgos futuros y utilicen su papel de modeladores del mercado para influir en un cambio más amplio.
Este llamamiento a la acción se produce en el momento en que los responsables de la política económica internacional se reunirán en varios encuentros cruciales en los próximos meses, como la reunión de ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales del G20 y la cumbre de jefes de Estado del G20, la COP27 sobre el clima y la COP15 sobre la biodiversidad.
Los firmantes de este llamamiento conjunto instamos a los bancos centrales y a los supervisores financieros a:
- Adoptar medidas para asegurar una “naturaleza en positivo”para 2030, limitar el calentamiento global a 1,5 ºC y lograr emisiones netas cero para 2050 como pilares clave de sus mandatos.
- Fomentar la transformación económica garantizando que las políticas monetarias y los instrumentos de regulación financiera reflejen mejor el coste económico y dejen de invertir en actividades económicas, empresas y subsectores que se consideran perjudiciales para el medio ambiente.
- Exigir a todas las instituciones financieras reguladas que publiquen planes de transición creíbles para la biodiversidad y el cambio climático.
La economía mundial y el sistema financiero están profundamente arraigados en la naturaleza, pero se está perdiendo a un ritmo sin precedentes. Se calcula que el ritmo actual de pérdida de naturaleza podría costar a la economía mundial 2,7 billones de dólares anuales de aquí a 2030. Además, hasta 24 billones de dólares en activos podrían estar en riesgo por el calentamiento de 2,5ºC. De tal manera que si el calentamiento global no disminuye, podría crearse un mundo “no asegurable” debido a los riesgos e impactos climáticos.
Las organizaciones subrayamos que los impactos ambientales de hoy generan los riesgos de mañana y, por tanto, está en el mandato de los bancos centrales y los reguladores financieros tomar medidas de precaución. Por ello, sostenemos que la reunión de ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales que tendrá lugar en Bali, los días 13 y 14 de octubre, representa una oportunidad clave para que los países traduzcan sus compromisos en acciones concretas.
Al absorber los gases de efecto invernadero, los ecosistemas sanos podrían aportar el 37 % de la mitigación necesaria para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5ºC. Pero el cambio climático, la pérdida de hábitat y de biodiversidad, como la deforestación y la conversión de tierras, y otros factores clave de la pérdida de naturaleza socavan este proceso y liberan más dióxido de carbono del que puede ser absorbido. Los nuevos datos sobre el impacto de las elevadas temperaturas también revelan que tienen efectos notables en la evolución de los precios.
Los bancos centrales y los supervisores financieros han reconocido la amenaza que suponen las crisis ambientales para la estabilidad financiera y el nivel general de precios, y se han comprometido a luchar contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad y a apoyar la transición a una economía con bajas emisiones de carbono. Este llamamiento a la acción pone de manifiesto que las medidas actuales -como la divulgación de información sobre el clima- no son suficientes para proteger de los riesgos que plantea esta crisis.
Es fundamental que los bancos centrales y los reguladores tomen las riendas de la biodiversidad y la naturaleza, y vayan más allá de la divulgación, para integrar lo que se hace cada vez más de forma voluntaria en toda la industria. Deben actuar rápidamente para que podamos cambiar la tendencia de la pérdida de la naturaleza para 2030 y armonizar nuestras economías con la naturaleza para 2050. Sin una acción urgente para comprender y gestionar mejor los riesgos relacionados con el clima y la naturaleza, estos riesgos tendrán impactos macroeconómicos significativos.
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Llamada a la acción para asegurar la transición a una economía con cero emisiones netas saldo positivo para la naturaleza”.