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La ausencia de planificación y gestión forestal han convertido muchos montes en auténticos polvorines. Sumado a los efectos del cambio climático, son el combustible perfecto para una nueva generación de superincendios: en la última década, el tamaño medio de los grandes incendios forestales (GIF) ha aumentado un 25%.
En su informe anual, WWF alerta de que a esta tendencia se suma la expansión dispersa, desordenada –y muchas veces ilegal- de las construcciones en entornos forestales. Un nuevo factor que hace que los incendios del siglo XXI hayan dejado de ser un problema estrictamente ambiental o rural, para convertirse en una emergencia civil: cada vez más, el fuego amenaza viviendas aisladas, urbanizaciones o pueblos, complicando enormemente las labores de extinción. En 2015 se produjeron un 40% más de evacuaciones en relación al total de incendios que en 2005, el primer año en el que existen estadísticas del Ministerio de Interior.
“El desastre de Doñana, y especialmente la tragedia de Pedrógão Grande en Portugal, son un terrible recordatorio de lo que nos espera si no cambiamos el enfoque de la lucha contra el fuego. Los superincendios que nos traen el cambio climático y el abandono de los montes no pueden apagarse con agua”, ha asegurado el director de conservación de WWF España, Enrique Segovia. “Necesitamos revertir el modelo de urbanismo caótico y salvaje que ha creado paisajes de altísimo riesgo, y apostar por verdaderas políticas de prevención que hagan nuestros paisajes y montes menos vulnerables ante el fuego”, ha comentado.
“Cuando se mezcla el fuego con el cambio climático, montes llenos de combustible, y zonas forestales habitadas, el resultado es lo más parecido a un infierno para los medios de extinción. El riesgo de que coincida un gran incendio con zonas de interfaz es sencillamente demasiado grande”, ha concluido.
En lo relativo a esas zonas en las que se difumina la frontera entre lo urbano y lo forestal –la llamada interfaz urbano-forestal-, WWF pide a las administraciones que se inviertan esfuerzos urgentes en conocer la dimensión del problema, así como que se impida la construcción de nuevas viviendas en los montes y se eliminen las edificaciones ilegales. El litoral mediterráneo, la Comunidad de Madrid, Galicia o el valle del Tiétar en Ávila son regiones con zonas de interfaz muy peligrosas en caso de incendio. Además, hace falta concienciar y corresponsabilizar a la población sobre el riesgo: tan sólo el 10% de las urbanizaciones disponen de planes de autoprotección frente al fuego.
Para WWF, es urgente un cambio en las políticas de lucha contra el fuego si queremos evitar un futuro catastrófico, con incendios ante los que poco podrán hacer los medios de extinción. WWF reclama verdaderas políticas de gestión y prevención, centradas en hacer menos vulnerable el territorio ante los incendios: con medidas como promover la recuperación de usos y aprovechamientos de manera sostenible– explotación forestal, ganadería extensiva, aprovechamiento de biomasa –, reconvertir antiguas plantaciones forestales –auténticas “bombas de relojería” para alimentar grandes incendios- en bosques autóctonos y diversos , promover la gestión forestal o impulsar las quemas prescritas.
Estas medidas deben priorizarse en las zonas de alto riesgo de incendios, que las Comunidades Autónomas siguen sin identificar de forma coherente y transparente pese a tratarse de una obligación legal.
Consultar el informe de incendios 2017 de WWF: Fuego a las puertas
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