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Demandamos medidas urgentes para ayudar a los pescadores artesanales a afrontar los impactos del cambio climático

Un nuevo informe de WWF muestra que las comunidades pesqueras de países en desarrollo, especialmente de Ecuador, Filipinas y Sudáfrica, serán las más golpeadas por los efectos del calentamiento global en la disminución de las poblaciones de peces

Un nuevo informe de WWF, AgrocampusOuest (Francia), la Universidad de la Columbia Británica (Canadá) y la Fundación Charles Darwin (Ecuador), alerta del grave impacto del cambio climático sobre las comunidades pesqueras y las poblaciones de peces de países en vías de desarrollo. El informe analiza la situación de Filipinas, Ecuador (Islas Galápagos) y Sudáfrica, tres de las zonas más afectadas. El aumento del nivel del mar y de las temperaturas y fenómenos climatológicos extremos provocarán una disminución en la biomasa de peces,que se calcula en torno al 30 o al 40% en las regiones tropicales en 80 años.

Incluso con un aumento de la temperatura de 1,5 °C,que es el escenario más favorable y hacia el que se encaminan los esfuerzos internacionales adoptados en el Acuerdo de París, el impacto sobre los océanos será muy grave. La mayoría de las especies de peces capturados por los pescadores de pequeña escala, incluidas algunas de las más importantes comercialmente como sardinas, anchoas y atún, se verán afectadas y disminuirán el tamaño de su población.

Si las emisiones de dióxido de carbono se mantienen, podemos anticipar graves impactos en las especies marinas. Muchos ecosistemas marinos colapsarán. Si no adoptamos medidas para avanzar hacia una gestión sostenible de las pesquerías y favorecer poblaciones de peces resilientes, medidas de control o la cogestión pesquera, nos enfrentamos a que las poblaciones de peces continúen disminuyendo, y a un futuro donde millones de personas perderán su sustento de vida y alimento. 

En algunos países las capturas de pescado se prevé que se reduzcan a la mitad para 2050, lo que tendría un grave impacto socioecónomico que afectaría a las casi 800 millones de personas que viven de la pesca. Los pequeños estados insulares y los países en vías de desarrollo, altamente dependientes de los recursos marinos, corren el riesgo de perder hasta el 70% de sus ingresos por la progresiva disminución de sus capturas.

El estudio demuestra que los tres países analizados ya se ven afectados por una disminución de las poblaciones de peces que pueden capturar. De ellos, resulta especialmente preocupante la situación de Filipinas, donde las capturas de atún se espera que caigan dramáticamente. Así mismo, los pescadores artesanales se muestran preocupados por los cambios que han presenciado en los ecosistemas marinos como la muerte de arrecifes de coral, que albergan el 25% de toda la vida marina.

La pesca de pequeña escala constituye una de las actividades más importantes en los países en desarrollo por su contribución a la nutrición, seguridad alimentaria y reducción de la pobreza.  De hecho, esta actividad propociona más empleo que la pesca industrial, el petróleo, gas transporte marítimo y turismo combinados.

Sin embargo, las reservas pesqueras mundiales no están condenadas al colapso. Los científicos señalan que pueden ser salvadas si se apuesta por una pesca sostenible a nivel global, gracias a la cual, se calcula que podría incluso incrementarse la población de peces en un 60%, siempre y cuando la temperatura global no supere los 1.5 °C.

Solo si apostamos por una gestión sostenible de la pesca, reducimos las capturas accidentales, y aumenta el consumo sostenible de pescado podremos conservar los ecosistemas marinos y sus especies. 
 
 
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