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Pedimos una estrategia de prevención frente a la sequía en España

España será uno de los países europeos con mayor riesgo de sufrir estrés hídrico crítico en menos de 30 años

El año hidrológico 2021-2022 cerró como el tercero más seco desde que hay registros, según la Agencia Estatal de Meteorología y a pesar de las últimas lluvias de esta primavera la situación de falta de agua en muchas zonas persiste. Y lo peor parece estar por llegar, ya que las previsiones climáticas apuntan a una escasez de agua cada vez mayor, debido al cambio climático y a la proliferación descontrolada de cultivos de regadío intensivos e industrializados. Frente a ello, pedimos un cambio en el manejo del agua para aumentar la resistencia frente a la sequía y el cambio climático, y recordamos que las sequías se gestionan cuando hay agua. 

El 75% de nuestro territorio está en peligro de sufrir desertificación por una combinación de lluvias más irregulares, un aumento significativo de la temperatura y un maltrato a nuestros suelos y bosques. La sobreexplotación de acuíferos, el crecimiento insostenible del regadío, el abandono de tierra y la degradación del suelo están afectando a su fertilidad y capacidad para retener la humedad. Esto, junto con la intensificación de los periodos de sequías extremos, como consecuencia del cambio climático, está condicionando la disponibilidad de recursos naturales y la seguridad hídrica y alimentaria de nuestro país. 

La Península Ibérica es una de las regiones más vulnerables frente al aumento de episodios de sequías debido a nuestra dependencia de un modelo de gestión insostenible que prioriza el agua para los cultivos de regadío industrializados.





El Centro de Estudios de Hidrográficos, del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX), en el estudio oficial más actualizado a nivel de España estima que las precipitaciones se van a reducir entre un 2% y un 4% de aquí al año 2040 y los recursos hídricos disponibles en las diferentes cuencas hidrográficas se reducirán entre un 3% y un 7%.

En lugar de solucionar los problemas de sobreexplotación que provocan episodios severos de escasez de recursos en cuanto disminuyen las lluvias, los gestores del agua han afrontado las sequías a golpe de medidas urgentes. Nos hemos convertido en expertos en gestionar crisis a base de medidas excepcionales, pero no hemos sido tan eficaces a la hora de prevenir los impactos de estos fenómenos extremos antes de que ocurran. Frente a ello, reclamamos un cambio profundo hacia un nuevo modelo de manejo de los recursos hídricos  sostenibles. Las sequías se tienen que gestionar cuando hay agua. 

Para este cambio en la gestión, proponemos que además de medidas de urgencia, las administraciones del agua adopten medidas de prevención que apuesten por: 
  • Un  cambio del modelo agrario y de desarrollo rural, por ejemplo, reorientando fondos públicos (especialmente de la PAC) hacia producciones de alto valor natural (secano y ganadería extensiva), asegurando una renta digna para esas fincas.
  • El cese inmediato de nuevas transformaciones de regadío, el control exhaustivo del uso del agua y del suelo para cerrar todas aquellas extracciones ilegales que están robando el agua de nuestros ríos y acuíferos.
  • Plan urgente de reajuste del sector, con reconversión a secano u otras actividades alternativas. 

Es necesario impulsar un modelo de gestión del agua para avanzar hacia una planificación coherente y una gestión integrada del territorio que favorezca usos del suelo que ayuden a recuperar los ríos, humedales y acuíferos. Y medidas de mitigación y adaptación frente al cambio climático. 

Tenemos poco margen, pero si cambiamos nuestra relación con el agua y mejoramos nuestro manejo del territorio tenemos una oportunidad para afrontar los retos del cambio climático. Todos los modelos apuntan a una reducción del agua disponible y a un aumento de las temperaturas significativo. Nuestra mejor opción pasa
por la adaptación a unas condiciones mucho más exigentes. Es en la naturaleza en quien tenemos que fijarnos y no en las políticas del hormigón y la oferta para resolver nuestros problemas. 
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