Clima y energía: ciudades sostenibles

Ciudades gestionadas con responsabilidad.

Las ciudades son las que más contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero, pero también ofrecen la mejor esperanza para reducir la huella ecológica global, ya que pueden y deben liderar la transición energética hacia un desarrollo bajo en carbono basado en la eficiencia y las energías renovables.

Las ciudades tienen competencias que inciden de forma directa o indirecta en las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI): la ordenación del territorio, urbanismo y edificación, transporte y gestión energética de los servicios municipales. Y por supuesto, juegan un importante papel ejemplificador de cara a los ciudadanos.

Las ciudades españolas de hoy son sistemas que siguen un metabolismo lineal. ¿Que queremos decir con esto? Pues que la mayoría de los recursos (energía, agua, materiales, alimentos) proceden de fuera y después de su consumo se transforman en residuos, sólidos y líquidos y en emisiones de gases del efecto invernadero. Es necesario reconsiderar la manera en que diseñamos las ciudades, promoviendo un urbanismo y edificación más eficientes, energía renovable y generación distribuida, transporte público y el uso de medios no motorizados. 

Y habitadas por ciudadanos responsables

Cada ciudadano es responsable de la calidad ambiental de su ciudad. Cada día tomamos miles de decisiones que afectan a nuestro entorno: cómo nos desplazamos, cómo usamos la energía para mantener temperatura óptimas, cómo consumimos alimentos y a dónde van nuestros residuos, importancia de las zonas verdes y del cuidado de parques y jardines.

Arquitectura y sostenibilidad

Es fundamental disminuir la huella de carbono de los edificios, tanto en su construcción como en el uso de la energía.

Trabajamos a nivel político. Buscamos lograr que las directivas europeas sobre eficiencia energética y edificación revisen al alza sus retos ambientales. Desde España establecemos alianzas con entidades relacionadas con la eficiencia y la edificación para lograr una transposición ambiciosa de las directivas europeas en esta materia. 

Impulsamos la rehabilitación energética y la arquitectura bioclimática y la movilidad sostenible. Damos a conocer iniciativas existentes y publicamos informes encaminados a solventar las barreras para que se desarrollen a gran escala. Para ello, colaboramos con los sectores implicados desarrollando talleres, jornadas y grupos de trabajo. 

Arquitectura bioclimática: Es un modo de concebir el diseño arquitectónico de manera sostenible, buscando optimizar el uso de los recursos naturales y los sistemas de la edificación de tal modo que minimicen su impacto sobre el medio ambiente y sus habitantes.​ La arquitectura bioclimática no es un concepto nuevo. Antiguamente, los arquitectos tenían que conocer y tener en consideración a la hora del diseño y de la ejecución de una obra todas las características climáticas y paisajísticas del sitio donde querían construir. Características tales como la radiación solar, la lluvia, la densidad y la dirección de los vientos dominantes, la temperatura, la vegetación y los materiales locales, ya que no podían traer materiales de construcción de sitios lejanos. En la actualidad, y a pesar de tener mucha más tecnología, parece que la arquitectura ha olvidado este saber ancestral que buscaba optimizar los resultados con las condiciones existentes. 

Rehabilitación energética

En el conjunto de la Unión Europea, los edificios residenciales y comerciales concentran el 40% del consumo total de energía y el 36% de las emisiones de dióxido de carbono. Las viviendas son un gran sumidero de energía. Obviamente, necesitamos un techo dónde vivir y, con las medidas oportunas, esta ineficiencia es solucionable. La rehabilitación energética de edificios es un pilar para un futuro sostenible. 

Conscientes de que uno de los grandes frenos a la rehabilitación son los económicos, desde WWF hemos desarrollado un informe donde damos respuesta a las ventajas económicas que a largo plazo puede tener una inversión de este tipo en las comunidades, por ejemplo, un buen aislamiento podría suponer hasta un ahorro del 85% en las facturas eléctricas.