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NOTICIAS
La crisis climática prolonga la temporada de incendios, que se agravan ante la falta de gestión del paisaje en España
Analizamos la temporada de incendios de 2023, el tercer peor año de la última década con más de 85 000 hectáreas quemadas. Los efectos de la crisis climática prolongan la temporada de marzo a noviembre con incendios cada vez más violentos debido a la falta de gestión del paisaje.
A pesar de haber vivido uno de los veranos con menos superficie quemada de la década, han ardido más de 85 000 hectáreas en nuestro país. Asimismo, ha habido un 9,5 % más de grandes incendios forestales, aunque los siniestros han disminuido un 14 %. Estos datos confirman que los incendios tienen cada vez un carácter más agresivo. Por tanto, aunque haya menos incendios, la superficie que se quema es mayor.
Los efectos de la crisis climática, como la disminución de precipitaciones y las olas de calor cada vez más tempranas, están alterando la distribución de los incendios a lo largo del año. Por esta razón, la temporada de alto riesgo de incendios ya no se ciñe a julio y agosto, sino que se alarga de marzo a noviembre, encadenando incendios de invierno, primavera y verano. Este año está siendo especialmente inusual en cuanto a la distribución de los incendios a lo largo del calendario.
Repasando cronológicamente los incendios de 2023, entre marzo y mayo destacaron los de Castellón y Teruel, y también algunos en Asturias con un comportamiento extremo, más propio de julio o agosto. Las altas temperaturas, junto a la escasez de lluvias durante el invierno y un gran déficit hídrico en el suelo, hicieron que el fuego encontrara bosques enormemente estresados y mucho más vulnerables a incendios de alta intensidad.
En mayo, Las Hurdes y la Sierra de Gata en Cáceres vivieron también otro gran incendio que dejó unas 11 000 hectáreas quemadas. Sin embargo, estos incendios en territorios que arden de forma recurrente ponen de manifiesto que la crisis climática no es la única causante, si no que actúa como un agravante de los problemas estructurales que arrastra del monte español desde hace años. Entre ellos, el éxodo rural, el envejecimiento de la población, el abandono de los usos y aprovechamientos o la ausencia generalizada de gestión forestal.
Sin duda, el más extenso ha sido el de Tenerife, con casi 13 600 hectáreas quemadas, 9 000 de ellas en el Parque Nacional de la Corona Forestal, el mayor espacio protegido de Canarias con zonas de gran valor natural por la presencia de especies endémicas y amenazadas. Además, ha sido uno de los más complejos de los últimos 40 años en las islas, poniendo en riesgo varios núcleos de población y provocando la evacuación de miles de personas. Prueba de su complejidad ha sido su reciente e inesperada reactivación en el mes de octubre.
La increíble escalada en la magnitud y virulencia de los incendios registrados en 2023 a nivel global se ha convertido en el nuevo paradigma de los megaincendios hacia el que apuntan las proyecciones de la emergencia climática.
A escala internacional, más de 100 personas han perdido la vida a uno y otro lado del Mediterráneo. En Canadá, han ardido más de 15 millones de hectáreas. En Hawái, toda una ciudad destruida, más de 100 víctimas mortales y cerca de 1 000 desaparecidos.
Todo ello pone de manifiesto la necesidad de dedicar presupuesto no solo a la extinción, sino también a la planificación y gestión del paisaje para prevenir este tipo de catástrofes.
Repasando cronológicamente los incendios de 2023, entre marzo y mayo destacaron los de Castellón y Teruel, y también algunos en Asturias con un comportamiento extremo, más propio de julio o agosto. Las altas temperaturas, junto a la escasez de lluvias durante el invierno y un gran déficit hídrico en el suelo, hicieron que el fuego encontrara bosques enormemente estresados y mucho más vulnerables a incendios de alta intensidad.
En mayo, Las Hurdes y la Sierra de Gata en Cáceres vivieron también otro gran incendio que dejó unas 11 000 hectáreas quemadas. Sin embargo, estos incendios en territorios que arden de forma recurrente ponen de manifiesto que la crisis climática no es la única causante, si no que actúa como un agravante de los problemas estructurales que arrastra del monte español desde hace años. Entre ellos, el éxodo rural, el envejecimiento de la población, el abandono de los usos y aprovechamientos o la ausencia generalizada de gestión forestal.
Sin duda, el más extenso ha sido el de Tenerife, con casi 13 600 hectáreas quemadas, 9 000 de ellas en el Parque Nacional de la Corona Forestal, el mayor espacio protegido de Canarias con zonas de gran valor natural por la presencia de especies endémicas y amenazadas. Además, ha sido uno de los más complejos de los últimos 40 años en las islas, poniendo en riesgo varios núcleos de población y provocando la evacuación de miles de personas. Prueba de su complejidad ha sido su reciente e inesperada reactivación en el mes de octubre.
El nuevo paradigma global: incendios extremos, imposibles de extinguir
La increíble escalada en la magnitud y virulencia de los incendios registrados en 2023 a nivel global se ha convertido en el nuevo paradigma de los megaincendios hacia el que apuntan las proyecciones de la emergencia climática.
A escala internacional, más de 100 personas han perdido la vida a uno y otro lado del Mediterráneo. En Canadá, han ardido más de 15 millones de hectáreas. En Hawái, toda una ciudad destruida, más de 100 víctimas mortales y cerca de 1 000 desaparecidos.
Todo ello pone de manifiesto la necesidad de dedicar presupuesto no solo a la extinción, sino también a la planificación y gestión del paisaje para prevenir este tipo de catástrofes.
La Estrategia Estatal de Prevención Integral de Incendios Forestales, cada vez más necesaria
La actual política de extinción y las herramientas convencionales de prevención se muestran insuficientes para poner freno a los incendios extremos. Por ello, pedimos al gobierno central que desarrolle y apruebe una Estrategia Estatal de Gestión Integral de Incendios Forestales participada, que ponga foco en diversificar el territorio recreando paisajes más resistentes y resilientes.
"El territorio se puede aprovechar y conservar al mismo tiempo. Y este es el gran reto. Ser capaces de gestionar y adaptar el territorio con múltiples objetivos: prevenir incendios, adaptarlo al cambio climático, conservar la biodiversidad y contribuir al reto demográfico en las zonas rurales”. Lourdes Hernández, experta en incendios forestales.
En este contexto, a través de la Declaración sobre la gestión de los grandes incendios forestales en España, promovida por la Fundación Pau Costa, en la que hemos participado, se ha identificado la necesidad de invertir 1 000 millones de euros al año para impulsar una gestión forestal a escala nacional.