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Trabajamos por una agricultura compatible con la conservación en el entorno de Doñana
© Guillermo Prudencio / WWF

Doñana: el problema del cultivo ilegal 

Desde 2004, en WWF trabajamos en la zona con las administraciones, agricultores, comercializadores y supermercados europeos y denunciando las ilegalidades y proponiendo soluciones.

Levamos años alertando del grave problema ambiental derivado del mal uso del agua y del suelo en los cultivos bajo plástico que han proliferado indiscriminadamente durante décadas el entorno del Parque Nacional de Doñana, perjudicando no solo a uno de los principales humedales de Europa, sino también a los agricultores legales que ven perjudicados sus productos en el mercado.

La agricultura no es el problema, lo son las malas prácticas: cultivos bajo plástico y pozos ilegales. El fresón y otros frutos rojos se han convertido en uno de los principales cultivos en cuanto a superficie e incidencia en la economía de la zona, aunque también en lo referente a afecciones ambientales e impacto sobre la calidad y cantidad del agua disponible para los humedales. Más de 1.000 pozos ilegales están dejando el acuífero de Doñana al borde del colapso, declarándose oficialmente el acuífero sobreexplotado.

Llevamos años alertando del grave problema ambiental derivado del mal uso del agua y del suelo en los cultivos bajo plástico que han proliferado indiscriminadamente en los últimos 30 años en el entorno del Parque Nacional de Doñana.

El fresón y otros frutos rojos se han convertido en uno de los principales cultivos en cuanto a superficie e incidencia en la economía de la zona, aunque también en lo referente a afecciones ambientales e impacto sobre la calidad y cantidad del agua disponible para los humedales. Más de 1.000 pozos ilegales están dejando el acuífero de Doñana al borde del colapso. 

Tras años de implementación del Plan especial de la Corona Forestal, una propuesta de ley impulsada en el Parlamento de Andalucía (que consideramos una #LeyAntiDoñana) para la modificación de criterios del Plan especial de la Corona forestal hace peligrar el consenso, al intentar amnistiar más de 1.900 ha de berries ilegales en el entorno de Doñana.

Plan Especial de ordenación de las zonas de regadíos ubicadas al norte de la Corona Forestal de Doñana

Como herramienta para intentar solucionar el problema, la Junta de Andalucía aprobó en diciembre de 2014, con el apoyo del sector agrícola y tras siete años de trabajo, el denominado Plan Especial de ordenación de las zonas de regadíos ubicadas al norte de la Corona Forestal de Doñana.

Bajo los estándares de WWF, el plan es mejorable, pero también sabemos que este Plan es el único instrumento que puede poner orden en el caos de cultivos existente alrededor de Doñana, dar seguridad jurídica al sector y asegurar la conservación del agua, de la que dependen el futuro de la propia actividad agrícola en la zona y de los ecosistemas de Doñana.

Sobre los criterios del Plan, en 2020, elaboramos un informe con objeto de determinar qué superficie de regadíos tendría que ser eliminada (Doñana Bajo Plástico): por su puesta en riego con posterioridad a 2004 y 1992 para las fincas situadas en Monte Público, por encontrarse en zona protegida (zona A, de Especial Protección de los Recursos Naturales, según el POTAD) o por no haberse regado durante más de tres años consecutivos, tal y como se establece en la propia normativa del Plan Especial. Según los cálculos, al menos 1.653 hectáreas de las más de 10.000 existentes deberían ser eliminadas. 

Ante el continuado crecimiento del regadío (ver mapa cartógrafico), WWF instamos a las administraciones competentes, así como a los ayuntamientos, agricultores y asociaciones agrarias de la zona, a velar por el cumplimiento del Plan Especial y a denunciar nuevos crecimientos que ponen en riesgo el sector y la imagen de la agricultura en Doñana.

Además de velar por el uso responsable del agua, desde WWF trabajamos:


En el terreno: Proyectos piloto y manuales

Trabajamos sobre el terreno desarrollando proyectos piloto y manuales para ayudar a los agricultores a que pongan en marcha prácticas agrícolas respetuosas con el medio ambiente y que aseguren las sostenibilidad de su actividad a largo plazo, porque una cosa está clara: cuando el agua se agote, no sólo desaparecerá el humedal de Doñana, también la propia agricultura en la zona.  

Un buen ejemplo es un informe titulado Buenas prácticas agrícolas para la conservación de los recursos naturalesEl manual recoge, de manera práctica, una serie de medidas que podrían llevarse a cabo en explotaciones agrícolas del entorno de Doñana, algunas de las cuales ya se están aplicando e incluso son criterios de obligado cumplimiento en ciertos protocolos de calidad. Este manual hace especial referencia al entorno de Doñana, pero estas medidas se pueden aplicar en cualquier explotación agrícola. Las actuaciones deben quedar recogidas en un Plan de Gestión Ambiental de la finca, junto a un cuaderno de campo, de forma que se tenga un registro que permita evaluar los resultados logrados a lo largo del tiempo.

En la sensibilización de los consumidores y de los distribuidores

Trabajamos para mejorar los protocolos de compra de los supermercados e industria agroalimentaria europea, incluyendo criterios que permitan diferenciar a aquellos agricultores que cumplen con la normativa y se esfuerzan por mejorar sus prácticas de cultivo de los que no lo hacen. Principalmente asegurando que tanto el uso del agua como del suelo son legales y, además, exigiendo el uso eficiente del agua, el buen manejo del suelo y la contribución al mantenimiento de la biodiversidad.

Desde que en 2007 firmamos el primer acuerdo con una cadena de supermercados, las empresas interesadas en mejorar sus protocolos no han parado de crecer.

En la actualidad WWF colabora con la Sustainable Agriculture Initiative para que once empresas que se abastecen de fruta de Doñana exijan a sus proveedores la buena gestión del agua, el suelo y la biodiversidad, y les apoyen para conseguirla.  

Sin duda la implicación de los mercados y los cambios en los reglamentos de producción generarán un beneficio ambiental importante, además de favorecer a los agricultores legales frente a aquellos que hacen competencia desleal, al no tener autorizaciones para el suelo o el agua.

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